lunes, 13 de marzo de 2017

UN PASO MÁS CON LAS CAJAS NIDO


Nuestro trabajo con las cajas nido se inició, hace ya algunos años, como actividad de educación ambiental, realizando talleres en distintos momentos del año, como en el Día Mundial de las Aves, colaboraciones con centros educativos, otras asociaciones medioambientales,….

El siguiente paso, cuando ya se dispuso de un cierto número de cajas, fue su colocación en zonas de la periferia de la ciudad que presentaban un claro déficit en el hábitat de nidificación para aves que necesitan oquedades para anidar. Fundamentalmente parques periurbanos, cuya gestión forestal, durante una serie de años, fomentó y facilitó la sustitución de quercus por pinos, con lo que esto conlleva de negativo para las aves trogloditas.

A continuación seguimos los pasos normales de cualquier proyecto de este tipo:

-         Geolocalización y elaboración de mapas.
-         Seguimiento durante la primavera.
-         Limpieza y mantenimiento en otoño.

Es a raíz de este último paso que, aun sabiendo las similitudes entre los nidos de páridos, fundamentalmente carboneros y herrerillos, nos pareció apreciar que hay cierta diferencia en la composición y grado de uso de los diversos materiales que emplean en la construcción de sus nidos.

Es entonces cuando nos planteamos un nuevo aspecto en la labor que estamos realizando con las cajas nido, y que se suma al de la educación ambiental y la conservacionista, que es el estudio para tratar de establecer un patrón de nido para cada una de las especies de páridos, fundamentalmente carbonero común, herrerillo común y herrerillo capuchino, que usan nuestras cajas,  ya que a algunos miembros del grupo, que participan en la limpieza de las cajas durante el otoño, nos pareció advertir ciertas diferencias en la mayoría de ellos.

Nos surge, por tanto, la necesidad de tratar estadísticamente los datos de los materiales que usan estas aves en la construcción de sus nidos y en qué proporción los emplean. Para hacer esto hemos elaborado una tabla de códigos, a semejanza de las que se usan en el anillamiento científico para anotar el nivel de grasa, el músculo o la placa incubatriz. Y con ella lo que se pretende es buscar un sistema que minimice el aspecto subjetivo en el análisis de la proporción de materiales usados en los diferentes nidos. La valoración de la presencia de los diferentes materiales nos la planteamos considerando los volúmenes que ocupan frente al volumen total del nido, e intentando abstraerse de otras consideraciones (color, situación en el nido,…).

Los códigos propuestos son cinco:

Tras varios ensayos, con algunos nidos que en años anteriores hemos retirado de las cajas durante la limpieza de estas en otoño, este año ha sido el primero que hemos aplicado nuestro método, recogiendo datos de campo con estos códigos.

Los resultados obtenidos en las pruebas han sido analizados para ver el grado de repetibilidad de las codificaciones realizadas por los distintos evaluadores, obteniéndose valores de repetibilidad muy altos; es decir, un alto grado de coincidencia entre las valoraciones de un mismo nido realizadas por los distintos evaluadores, lo que nos indica que puede ser un sistema apropiado para el estudio que nos planteamos.

No obstante, para tratar de reducir aún más la subjetividad durante el estudio, cada nido del que se han tomado datos para nuestro estudio, se sigue valorando por varias personas (de cuatro a seis), tomándose los datos más repetidos.

Otro aspecto que hemos considerado importante es acordar la descripción de los materiales empleados para evitar que las personas que valoran la composición de los nidos describan de manera diferente un mismo elemento observado. Finalmente se llegó al acuerdo de fijar, en principio, diez materiales básicos, que son:

1.-  Musgo.
2.- Material herbáceo (ya sea de gramíneas, leguminosas u otras)
3.-  Material leñoso (palitos, ramitas,…)
4.-  Lana (natural o sintética).
5.-  Pelo.
6.-  Cortezas y afines.
7.-  Plumas.
8.-  Hojas.
9.-  Material plástico.
10.- Papel.

Lógicamente, sobra decir que se están analizando, para la toma de datos, sólo aquellos nidos que durante el seguimiento visual, que se lleva a cabo de la ocupación de los nidos durante la primavera, se haya podido precisar con certeza la especie que lo ha construido. El objetivo final será ver si cada especie, con sus variaciones individuales de experiencia, habilidad,…, presenta un patrón diferente en cuanto a materiales usados y la proporción en la que los emplea.

Por lo que respecta a los resultados que estamos obteniendo, aunque todavía son escasos, sí están apuntando a que esas pequeñas diferencias entre especies, incluso las más afines, que algunos creíamos ver, pueden realmente existir.

Creemos que la metodología que hemos establecido y estamos poniendo en práctica es igualmente válida para ser aplicada al análisis de nidos, de estas y otras especies, en otros lugares con hábitats diferentes, lo que sería muy interesante, ya que permitiría comparar los resultados obtenidos y comprobar si los patrones de cada especie se mantienen en zonas distintas.

A medida que tengamos más datos de nuestro estudio, como para sacar conclusiones y resultados más claros y definitivos, os iremos teniendo al corriente.

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