Cuando uno llega a una ciudad de un país desconocido lo primero que busca es un sitio adecuado para vivir, un lugar para hacer la compra semanal y la mejor ruta para ir al trabajo. Una vez cubiertas las prosaicas necesidades del día a día, el individuo busca la elevación espiritual en aquellos lugares donde puede ser feliz.
Hay gente que es feliz en una cancha de pádel, jugando al tenis de mesa, saliendo con la bici, en la barra de un bar o yendo al cine. Hay otra gente (o quizás la misma) que es feliz buscando pájaros. Para esto, hoy en día, hay muchísima información y no es difícil descubrir un lugar donde ir a pajarear cerca de casa a través de internet. Haciendo un ejercicio de imaginación me pongo a pensar cuánto (en un idioma desconocido y sin ningún contacto local) habría tardado en dar con este lugar (si es que lo hubiese encontrado) en la época pre-internet. Punto a favor de esta red global. Y más en particular, a la aplicación de eBird. Me sorprendió ver un punto con tantos avistamientos de tal cantidad de aves tan cerca de una gran urbe como es Casablanca.
Una vez encontrado el sitio uno se pone su traje de gala, agarra sus prismáticos, su cámara y va a descubrir un lugar en el que no sabe qué encontrará.
Estamos hablando de la laguna litoral de Dar Bouazza en la región de Casablanca-Settat (la antigua Gran Casablanca) en Marruecos, a 15 kilómetros al suroeste de Casablanca. Uno, cuando llega, rápidamente siente eso que te impregna cuando sabes que estás en el lugar adecuado, ese que te hace feliz. Después de la primera toma de contacto, piensas que tal joya no debe condenarse al ostracismo y que más gente tiene que conocer ese lugar. Cuando uno disfruta en soledad de algo no tiene reparo a proponer a la gente que le acompañe. Si la propuesta no tiene acogida, será un día más en la oficina.
Laguna Dar Bouazza
Pero aquí llegó la sorpresa y esto he de agradecérselo enormemente a los compañeros/as del Instituto Español Juan Ramón Jiménez de Casablanca. La respuesta fue fantástica, superando con creces las expectativas, mucha gente quería venir a disfrutar de una mañana de pajareo. A uno se le llena el alma cuando otros/as quieren ver aquello que te hace feliz.
Las condiciones no eran las ideales para hacer una actividad con certezas, apenas teníamos material, al sitio sólo había ido una vez y el estado de conservación del mismo no es, ni de lejos, el mejor (de esto hablaré más adelante). Pero amaneció un día soleado, con una agradable temperatura en este lado del Atlántico y allá que fuimos.
Nada más llegar, mientras se empezaba la charla introductoria, el aguilucho lagunero vino a saludarnos. La única rapaz del lugar nos daba una cálida bienvenida siendo, como en la mayoría de los casos, un pájaro de buen agüero. Mientras charlábamos, los estorninos se posaron en la farola más cercana para recordarnos que, si necesitamos alguna imitación que mejore el paseo, están preparados para ello.
Aguilucho lagunero occidental
Para meternos en faena nos subimos al dique que se ha construido para evitar que la ciudadanía vierta sus escombros a la laguna. En este punto está Marruecos, lamentablemente. Pero no pongamos el grito en el cielo porque hace no tanto, los escombros también los tirábamos un poco más al norte. En este muro empezamos viendo un numeroso grupo de fochas comunes y varias parejas de ánades reales. La polla de agua se dejaba ver y la pareja de laguneros de vez en cuando volvía para saludar.
Subidos al dique anti-escombros
Avanzamos un poco para ver las agrupadas cigüeñuelas, el calamón fue tímido pero, una vez descubierto, se pavoneó con un gran paseo en la orilla oeste de la laguna. Entre estos avistamientos los moritos empezaban a dejarse ver, pero antes de llegar a su grupo grande, conseguimos ver a los correlimos comunes, chorlitejos chicos, los archibebes comunes y una preciosa tarabilla que posaba en el punto más alto de un seto dentro de nuestro campo de visión. Dejando caer, sin decir nada -que es como los mensajes llegan al alma- que no es acuática pero sí merecedora de nuestra atención, con toda la razón.
El pastor
Los mirlos fueron suficientemente extrovertidos para visitarnos de cerca, sorprendidos de que en el día a día pasen tan desapercibidos. Los verderones, con su inconfundible sonido de pistola láser, se dejaban oír pero no tanto ver.
Buscando las oscuras golondrinas
Las golondrinas dáuricas hicieron un vuelo acrobático en nuestras narices, volando tan rápido que era incluso difícil asegurar que se trataba de ellas.
Esta laguna es un buen remanso para las gaviotas de Audouin y las famosas gaviotas patiamarillas -unas habitantes más de la cosmopolita Casablanca- también nos deleitaron con su presencia.
Cuando bajamos del dique para avanzar, nos cruzamos con el rebaño de cabras y vacas que pastan en el lugar. Además de disfrutar de su encuentro, trajeron como acompañantes a las garcillas bueyeras y a un par de garcetas comunes que pasaron volando en nuestra frente, dejando fácil comentar cómo diferenciarlas.
Una vez que ya habíamos hecho una buena checklist, ya podíamos simplemente pasear y disfrutar. Hemos de agradecer a Eva su pequeño ágape, gracias al cual la visita al sistema dunar y a la playa fueron mucho más amenas.
A uno le cuesta irse de donde es feliz. Pero ya lo decía el maestro Krahe, "No todo va a ser pajarear"
Listado de aves encontradas durante el paseo:
-Aguilucho lagunero occidental
-Estorninos
-Focha común
-Cigüeñuela
-Gaviota de Audouin
-Garceta común
-Garcilla bueyera
-Polla de agua
-Calamón común
-Ánade real
-Mirlo común
-Golondrina dáurica
-Morito común
-Tarabilla europea
-Correlimos común
-Archibebe común
-Chorlitejo chico
-Gaviota patiamarilla
-Verderón común
Características, estado ambiental y amenazas de la laguna.
La laguna tiene aproximadamente 1 km de largo por 150 m de ancho. Está rodeada por el sistema dunar que da al océano, un bosque de eucaliptos y chalets adosados que cada vez la cercan más. Su importancia recae en que es el último humedal costero natural de la región, muy utilizado por las aves migratorias en sus viajes pre y post nupciales.
El nivel de agua de la laguna varía a lo largo del año. Los principales aportes son la escorrentía que dejan las lluvias del otoño y la primavera aunque también bebe de tres aportes de agua subterránea que le permiten mantener la humedad, incluso en el periodo estival, de los años lluviosos. En los años secos o muy secos puede llegar a secarse por completo.
La laguna está fuertemente amenazada pero al menos se han realizado ciertas actuaciones en pos de su conservación. En los últimos años han hecho trabajos de retirada de escombros para reducir la colmatación de la laguna y se ha construido un dique para evitar que la ciudadanía lleve allí sus desechos.
Un camino había dividido en dos la laguna y, para solucionarlo, colocaron dos enormes tubos de hormigón que permiten que debajo del camino el agua fluya libremente.
En los alrededores de la laguna se ha vertido tierra para aumentar las zonas cultivables y de pastoreo. Además, de las fuentes de la laguna se extrae agua con camiones cisterna. Según la GOMAC (Grupo de ornitología de Marruecos) estas actuaciones deben parar inmediatamente. La presión urbanística en Dar Bouazza y Casablanca sigue creciendo. Aunque este lugar está clasificado como zona inundable no edificable, las solicitudes de ocupación, afortunadamente rechazadas hasta ahora, amenazan la daya con una artificialización irreversible.
No he encontrado que la laguna posea ningún nivel de protección ni que tenga figura ambiental alguna.
Esperemos que con la ayuda de todos y todas, este oasis a las puertas de Casablanca mantenga el esplendor que aún le queda.
Bibliografía:
-Maire. B et al. La daya de Dar Bouazza, un patrimoine naturel à préserver. Septiembre 2018. Gomac
Esta entrada ha sido realizada por Víctor Guticas. Miembro del Grupo Local de SEO-Córdoba.